(por Santiago Alonso) Imponente, luminoso, atrapante, hipnotizante. Todos esos adjetivos le caben a la perfección al Burj Khalifa, el rascacielos más alto que se haya hecho jamás que está ubicado en Dubái y que cuenta con 828 metros de altura.
El "padre de la criatura" fue el arquitecto Adrian Smith quien, de manera conjunta con las empresas Owings and Merrill y Skidmore, estimaron para su construcción un presupuesto inicial inimaginable: 4.000 millones de dólares que, con el correr del tiempo aumentaría a 20.000 millones para su terminación.
En el 2007 el grupo desarrollador Emaar Properties comunicó que el Burj Dubai había superado el récord de altura que alcanzó el Taipei 101 que contaba con 509 metros. El registro se oficializcó el 4 de enero de 2010 ya que el ente que medía la altura de las construcciones (Consejo de Edificios Altos y Hábitat Humano), elaboró el trabajo de medición con la obra ya finalizada.
Los inversores fueron el Emir Mohammed bin Rashid Al Maktoum, junto a su sobrino de 20 años Fuad bin Rashid Al Maktoum quien aportó 25 millones de dólares del proyecto.
El frente está compuesto por 26.000 paneles de doble vidrio hermético de 18 mm acompañado por cristales de exterior solar "SunGuard" cuyo objetivo es evitar el calor proveniente del sol manteniendo una temperatura promedio durante todo el año. La función de los cristales es doble ya que además su diseño se pensó para resistir fuertes ráfagas de viento.
Esta monstruosidad de la construcción, que podría entenderse como una muestra de la vanidad humana, cuenta con elevadores de seguridad en caso de incendio con capacidad de 5 toneladas.
El Burj Khalif tiene 160 pisos habitables, de los cuales 49 están destinados a oficinas y 61 a departamentos y 57 ascensores que se mueven a una velicocidad de 10 metros por segundo. Una de las tantas particularidades del lugar es que en el piso 124 hay un balcón abierto con un cartel que reza "At the Top" (en la cima) que ofrece una visión de 360 grados de la ciudad.