(por Santiago Alonso).- Si se traduce de forma literal su significado del gallego sería "Esparcidor de humo" y se utiliza en la catedral de Santiago de Compostela en Galicia, España.
Es un recipiente que mide un metro y medio de altura y pesa 50 kilos. La finalidad del artefacto era impregnar con un aroma agradable la catedral ya que en épocas pasadas los peregrinos podían descansar en el interior de la misma, cosa que a veces provocaba olor desagradable por lo que era necesario aromatizar el ambiente.
Otros, sin embargo, afirman que su uso constituye un símbolo de la férrea actitud del creyente. El olor del incienso perfuma toda la basílica compostelana, de igual modo el cristiano, con sus virtudes y el testimonio de su vida y debe impregnar del buen olor de Cristo y la sociedad en la que vive.
El botafumeiro se balance gracias a un sistema de poleas accionado por ocho hombres y en distintas ocasiones las sogas que lo sostienen cedieron ante la inercia para que el incensario saliera volando por la Puerta de Platerías en 1499 ante la presencia de Catalina de Aragón, quien se encontraba estaba de visita en Santiago. Sucedió algo similar en los años 1622 y 1937 afortunadamente sin víctimas.
Se comenzó a utilizar por razones litúrgicas en el Siglo XI y fue una ofrenda del rey Luis XI de Francia en el año 1400.
Todos los viernes del año ( a excepción del Viernes Santo), durante la misa de las 19:30 hs., funciona el Botafumeiro como "Ofrenda del Peregrino", es decir, un homenaje de la ciudad de Santiago a todas las personas que día tras día llegan a la Catedral.