Las charlas de la cena son todo un folklore aparte, también los almuerzos de los domingos, política, religión, el quehacer social. Hay acuerdos , alianzas, rupturas, vuelan platos, una silla, panes y el volumen de la voz sube como pocas veces. "Vos sos de este partido!", "Caraduras, por que no lo dijeron cuando estaban en el gobierno!"; "Es como yo digo siempre, hay que irse de este país!" y demás frases uno escuchará y/o dirá.
Lamentablemente durante las noches de los días de semana, en los que la charla familiar no es obligatoria el que tiene cabida es el televisor. El que tiene el control (remoto) tiene el control (total) de los contenidos que toda la familia verá, el responsable llevará a los comensales a un mundo maravilloso o al aburrimiento y la discusión.
De aquí se desprende otra ley, y es que el zapping del otro nunca gusta. En definitiva el cambiar permanentemente de un canal a otro buscando algo para ver, lógicamente hace que nadie vea absolutamente nada, ¿usted recuerda cuál fué la última película que vió entera por televisión?, generalmente el recorrido empieza por los canales de noticias , para buscar un entrevistado a quien putear o aplaudir, se sigue por los canales de deportes para ver el resumen de la fecha, posteriormente se saltean con absoluta velocidad los canales para niños (que a veces tienen una programación mucho más interesante que los recien mencionados), y se pasa por los documentales que, a la hora de comer son poco recomendables, sinceramente no está bueno ver cómo un tigre se mastica a un antílope mientras uno come bife con papas fritas.
¿Qué es lo recomendable?
Tratar de instalar una discusión para que se arme quilombo. Es lo más importante, no hay cosa más divertida que ver cómo los Tíos se dicen de todo y se tiran con consas, la realidad es que es más barato que el cine y más entretenido que las huevadas que hay en la televisión por cable. El ver a un pariente indignado señalando con el dedo a otro es ESPECTACULAR.